Soy adventista del Séptimo día y Creo en la Deidad tal como la revela la Biblia y El Espíritu de Profecía:

Hay tres personas vivientes en el trío celestial...el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, las tres grandes Personalidades, dignatarios del cielo.

Hijos e Hijas de Dios, Página 353

La gracia del Señor Jesucristo, y el amor de Dios, y la participación del Espíritu Santo sea con vosotros todos. Amén

2 Corintios 13:14

miércoles, 15 de febrero de 2012

¿Sabios o insensatos?


Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Mateo 25:1, 2.

No debemos descansar en la idea de que porque somos miembros de la iglesia ya estamos salvos, mientras no damos evidencias de que nos estamos conformando a la imagen de Cristo, mientras nos aferramos de nuestros antiguos hábitos e introducimos en nuestra trama las hebras de las ideas y las costumbres del mundo...

Las diez vírgenes están en guardia en el atardecer de la historia de la tierra. Todas pretenden ser cristianas. Todas han sido llamadas, tienen un nombre, una lámpara, y pretenden servir a Dios. Aparentemente todas aguardan su aparición. Pero cinco son deficientes. Cinco, sorprendidas y angustiadas, se encontrarán fuera del lugar del banquete...

Somos representados ya sea por las vírgenes prudentes o por las insensatas. Hay muchos que no permanecen a los pies de Jesús para aprender de él. No conocen sus caminos; no están preparados para su venida. La espera del Señor es fingida. No han velado y orado con esa fe que obra por el amor y purifica el alma. Han vivido una vida descuidada. Han escuchado la verdad y han estado de acuerdo con ella, pero nunca la han incorporado a su vida práctica... El aceite de la gracia no ha alimentado sus lámparas, ni están preparadas para entrar en la cena de bodas del Cordero...

No seáis como las vírgenes insensatas, que dan por sentado que las promesas del Señor les pertenecen, mientras no siguen las intimaciones de Cristo. Jesús nos enseña que la profesión de fe no vale nada. “Si alguno quiere venir en pos de mí—dice él—, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Mateo 16:24.

Cuando pasemos por la prueba refinadora de Dios, por su proceso purificador; cuando el fuego del crisol consuma la escoria y surja el oro fino de un carácter purificado, seguiremos diciendo, con Pablo: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo... Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Filipenses 3:12-14.22
The Review and Herald, 31-10-1899.

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